lunes, 10 de mayo de 2010

-Testimonio-LA ANOREXIA SACUDE A LAS JOVENES




Elisa no era capaz de probar bocado sin sentirse culpable. Su única alimentación consistía en un pobre trozo de bizcocho que había hecho su madre, un pequeño plato de verduras y un vaso de leche con tres galletas, alimentos todos ellos repartidos a lo largo de un día. Si se encontraba optimista, con suerte, se permitía comer algún filete de pollo empanado o incluso una ración de legumbres. Con tan sólo 15 años, ya odiaba su imagen reflejada en el espejo.

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